¿Qué son los Problemas de Conducta? ¿Qué síntomas tienen los Problemas de Conducta? ¿Cómo saber si mi hijo tiene Problemas de Conducta? ¿Qué causan los Problemas de Conducta? ¿Es posibles tratar los Problemas de Conducta? ¿Cómo se tratan los Problemas de Conducta? ¿Cómo actuar como padres ante los Problemas de Conducta?
Los niños con Problemas de Conducta tienen más probabilidades de sufrir una lesión y de no llevarse bien con sus compañeros. Con el paso del tiempo, un problema de conducta podría llegar a implicar quebrantar la ley y sufrir un arresto.
Bajo el nombre de Problemas de Conducta se engloban todas aquellas conductas que tienen que ver con el “mal comportamiento”: peleas, gritos en casa, berrinches, interrupciones constantes, agresiones, insultos, enfados frecuentes, etc.
Entre los síntomas más comunes asociados a los Problemas de Conducta nos podemos encontrar los siguientes:
Aparte de los problemas conductuales mencionados arriba, podemos encontrar síntomas emocionales comunes entre quienes tienen Problemas de Conducta, como una baja tolerancia a la frustración, pobre gestión emocional y en ciertos casos, inmadurez. No es raro encontrar problemas de uso de las nuevas tecnologías en este tipo de situaciones.
Obviamente, no existe una única causa que dé lugar a este tipo de problemas; se trata más bien de un conjunto de factores, los cuales actúan de manera interrelacionada.
No obstante, cabe la posibilidad de enumerar los principales factores que pueden propiciar la aparición de este tipo de trastornos. De este modo, hablaríamos sobre todo de las siguientes causas:
Los problemas de conducta en niños pueden resultar complicados de tratar. Evidentemente, existen diferentes niveles e intensidades de cada tipo de trastorno, por lo que no hay un único tratamiento.
En la mayor parte de los casos, la vía más adecuada para abordar el problema es la intervención psicológica. Aquí, el objetivo es ayudar al niño a comprender y gestionar sus emociones, para que controle así su comportamiento. Además, este tratamiento no interviene únicamente sobre el menor, ya que también es importante la participación de los padres o incluso del núcleo familiar.
Solo en los casos más extremos y complicados puede ser necesaria la intervención de un profesional médico. En estos supuestos, lo habitual es el uso de fármacos para actuar como antiestimulantes o antidepresivos.
Muchas veces, también es de utilidad formar al entorno escolar del niño sobre cómo gestionar al menor. Se ha demostrado que capacitar a los profesores en estrategias para ayudar al niño en su problemática es altamente efectivo. Por este motivo, suele ser recomendable que si nuestro hijo tiene un trastorno del comportamiento acuda a un colegio en el que su cuerpo docente esté formado en el trato con este tipo de niños.
En estos casos se busca fomentar las conductas deseables y reducir las indeseables mediante técnicas como la economía de fichas, la descripción de las consecuencias naturales, el establecimiento de límites y horarios, la aplicación de “El rincón de la calma” o la conductas incompatibles con el enfado o la rabieta. No obstante, en este tipo de casos, la parte más clave de la intervención será con los padres, dándoles toda la información disponible y entrenándose en el manejo de conductas y puesta de límites.
En éstos casos es recomendable que los padres hagan una pequeña reflexión en el sentido de “¿Qué están aprendiendo mis hijos de mí?”, ya que, en muchas ocasiones nos vamos a encontrar con que nuestros propios problemas de ansiedad, inseguridad o frustración pueden estar siendo copiados por nuestros hijos (a un nivel más infantil), con lo que la corrección y mejora de éstos problemas siempre repercutirá de manera positiva en nuestros hijos al reaccionar nosotros de manera más ajustada a sus conductas y poder ser unos mejores modelos para ellos.
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El TDAH actualmente se considera como un retraso en las conductas de autorregulación y se subdivide en dos dificultades diferentes; La falta de atención y de constancia, que se traduce en dificultad para mantener la atención y organizar tareas o actividades, de escuchar, de saber dónde están las cosas, finalizar tareas o motivarse en los estudios; La hiperactividad, que se entiende como una dificultad para estar sentados, quietos, callados, haciendo que sean en exceso movidos y energéticos.
Los TEA, o Trastornos del Espectro Autista, son un amplio abanico de trastornos que afectan fundamentalmente las áreas de la comunicación, la interacción social y la rigidez de comportamiento y de pensamiento.
Las situaciones de acoso escolar se dan cuando uno o varios alumnos de un mismo centro escolar golpean, insultan, se burlan o aíslan durante un periodo de tiempo prolongado a una misma persona o grupo de personas. Este tipo de conductas no siempre son detectadas por el centro, ya que no suelen hacerse delante de personal docente o adultos que puedan intervenir.
Se refiere a las dificultades a la hora de retener la orina que, a pesar de ser un proceso madurativo, puede complicarse si se retrasa. También pueden aparecer complicaciones si las guarderías o centros infantiles no están preparados para atender estas situaciones, aunque esto es algo más contextual.
Se refiere a las dificultades a la hora de retener las heces que, a pesar de ser un proceso madurativo, puede complicarse si se retrasa. También pueden aparecer complicaciones si las guarderías o centros infantiles no están preparados para atender estas situaciones, aunque esto es algo más contextual.
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